4. 

Diagnóstico, manejo y tratamiento de pacientes con Enfermedad de Chagas en un escenario epidemiológico de alta endemia.
 
4.a. Escenarios epidemiológicos de alta endemia chagásica*.

Estos escenarios están dispersos en Latino América, desde México hasta la Patagonia, donde se mezclan los ciclos selvático y doméstico de Trypanosoma cruzi. El primero involucra, en espacios naturales de circulación de este parásito, a los insectos vectores (Hemiptera, Reduviidae, Triatominae) y reservorios naturales (pequeños mamíferos).

 

El ciclo doméstico de la enfermedad, contempla al hombre infectado en regiones de pobreza y viviendas de mala calidad. Aunque la dispersión del ciclo silvestre sea muy amplia, y contemple prácticamente todos los países entre los EEUU y Tierra del Fuego, incluye do el Caribe, la enfermedad humana concentra su transmisión natural en los países latinoamericanos continentales, entre los cuales, algunos están en condiciones de mayor endemicidad, por cuenta de la influencia de factores bio-ecológicos (domiciliación y mayores densidades vectoriales), antrópicos, políticos y socio-económicos. Importa aclarar que no existen, de hecho y por entero, “países de alta endemicidad”, pero sí subregiones dentro de los países, que son bolsones de alta transmisión y endemicidad. En tal concepto, también han de mencionarse regiones con muy elevadas tasas de transmisión e impacto, en el pasado, que mediante programas de control o cambios socio-económicos intensivos en el presente se encuentran indemnes de la enfermedad.

 

De manera muy general, los bolsones de alta endemia han sido identificados en México, El Salvador*, Guatemala, Honduras, Costa Rica*, Panamá* , Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Brasil y Argentina. Uruguay, Chile y extensivas áreas de Brasil ya se encuentran bajo efectivo control y , por lo tanto, hoy día presentan mínima endemicidad.

 

Los escenarios de alta endemia en general corresponden a las áreas socialmente más deprimidas e infestadas por los insectos vectores de la ECH, siendo sus características básicas, las siguientes:

  1. Alta prevalencia de la infección tripanosómica humana e infestación significativa de las viviendas por los insectos vectores. Son regiones en donde, bajo condiciones ecoepidemiológicas favorables a una intensa transmisión natural de la enfermedad, no hubo o han sido insuficientes las necesarias acciones y actividades para detener o minimizar la incidencia de la tripanosomiasis en las poblaciones humanas, de esto resultan elevados grados de la infección chagásica, con variable morbilidad. En general, este cuadro se asocia con zonas rurales (o periurbanas) pobres y con viviendas humanas muy precarias, e infestadas por el triatomino vector. Particularmente en las zonas de transmisión activa, son significativas las tasas de triatominos colonizados en el interior o peridomicilio de las viviendas, con tasas importantes de infección por el parásito Trypanosoma cruzi. En cerca de 138 especies descritas de triatominos, la mayoría corresponde a vectores selváticos, en general asociados a aves. Las principales especies, que transmiten la Enfermedad de Chagas Humana (ECH) en las Américas son: Triatoma infestans (Cono Sur, Bolivia y Perú), Panstrongylus megistus, Triatoma brasiliensis y Triatoma sordida (Brasil), Rhodnius prolixus (Venezuela, Colombia, América Central y parte de México), Triatoma dimidiata (Ecuador, Colombia, América Central y parte de México) y complejo Phillosoma (México)
  2. Ocurrencia de casos agudos de la enfermedad
    La detección de casos agudos presupone la ocurrencia de transmisión activa del T. cruzi al ser humano, por cualquiera de sus formas habituales de transmisión (vectorial, transfusional o congénita), aunque también son posibles formas raras y alternativas como: vía oral, accidental en laboratorio, por transplante de órganos, etc.. En zonas endémicas, con infestación vectorial, naturalmente serán más comunes los casos de transmisión vectorial, generalmente en niños y jóvenes, con fiebre y signos de puerta de entrada (estos a veces ausentes). Los casos son más frecuentes en los meses de verano y con calor, en función de la mayor actividad biológica del vector. Los casos agudos, en general son poco detectados por razones de baja sintomatología, desconocimiento y falta de acceso a los servicios. En niños más pequeños, la morbilidad es mayor, correspondiendo su detección a los pediatras y clínicos generales. También es más significativa la mortalidad en esta edad, llegando al 10% o más de los casos conocidos.
  3. Los casos clínicos crónicos compatibles con la etiología chagásica son frecuentes.
    En áreas de transmisión más antigua (por lo menos 20 años), consecuentemente, son más evidentes los casos crónicos de la enfermedad, especialmente aquellos sintomáticos que buscan atención médica, predominando la detección en adultos. En áreas de transmisión muy reciente, por la lentitud de su evolución, los casos son poco detectables y suelen predominar en edades más bajas.
  4. Mayor frecuencia de pacientes crónicos en la consulta médica.
    En las consultas médicas, en general son más evidentes los casos de cardiopatía chagásica (cuadros arrítmicos y/o de insuficiencia cardíaca), siendo menos frecuentes los cuadros digestivos (megaesófago y megacolon). La enfermedad, provoca demanda específica por internaciones hospitalarias y por beneficios de seguridad social, también aparecen laudos médicos para evaluación de aptitud laboral. También se detectan a menudo casos asintomáticos entre donantes de sangre que hacen las pruebas serológicas en servicios de hemoterapia.
  5. Mayor frecuencia en consultas por transmisión congénita u transfusional.
    Tanto la mayor prevalencia de la tripanosomiasis entre mujeres embarazadas, como entre donantes de sangre, en áreas o países endémicos naturalmente debe generar mayor frecuencia de transmisión de la ECH, por las rutas congénita y transfusional. Los mayores encargos para su detección, caben respectivamente a los pediatras y clínicos, quienes deben sospechar y investigar la ECH en los pacientes (sintomáticos o no) que presenten los antecedentes pertinentes o serología positiva. Se debe recordar que con la globalización y migraciones internas, las dos formas de transmisión pueden ocurrir en áreas urbanas y sin transmisión vectorial, aún en países no endémicos.
  6. Mayor mortalidad por ECH.
    Como consecuencia de la morbilidad, la ocurrencia de mortalidad por ECH es más detectables en las áreas endémicas, correspondiendo generalmente a causas cardíacas entre adultos jóvenes y de mediana edad. Llama la atención, los casos de muerte súbita entre individuos aparentemente sanos, y por insuficiencia cardíaca refractaria, entre personas jóvenes. En algunos lugares, son también importantes las muertes por fenómenos trombo-embólicos y por complicaciones del megacolon, especialmente el vólvulo de sigmoides.
  7. Mayor disponibilidad de información sobre el tema de la ECH en el personal de salud.
    Generalmente, la ocurrencia de la ECH genera demanda específica, y mayor actividad de atención médica en las regiones más afectadas, especialmente con relación a los cuadros clínicos más prevalentes y su manejo. Sin embargo, en áreas de introducción reciente y áreas no estudiadas, es posible que el personal de salud desconozca la ECH hasta por algunas décadas, por falta de información y de demanda de atención.
  8. Mayor grado de información sobre la ECH en la población general.
    Aunque es generalmente limitado, el grado de escolaridad las poblaciones más expuestas y afectadas por la ECH, sus conocimientos sobre la enfermedad y sus síntomas o expresiones epidemiológicas suelen ser marcantes y de fácil constatación. Los elementos en general más palpables son el insecto vector, la muerte súbita, los cuadros de insuficiencia cardíaca y algunos síntomas clínicos como la disfagia, los edemas, las palpitaciones, el estreñimiento y el vólvulo.
  9. Mayor capacidad diagnóstica para la ECH.
    Consecuentemente, a la demanda médica y a eventuales programas de control, ha crecido en toda Latinoamérica la capacidad de diagnóstico de la ECH, sea por mejor sospecha clínica, sea por aumento en la cantidad y la calidad de los laboratorios clínicos. En particular, la organización de los laboratorios oficiales (LACENs) de diagnóstico y el incremento de la preocupación y detección de la infección en bancos de sangre, han contribuido de forma importante para esto, así como también la mayor disponibilidad de reactivos y técnicas de diagnóstico. Por el ángulo económico, en estos tiempos de globalización y de economías de mercado, indudablemente hay intereses y ganancias específicas respecto al diagnóstico de enfermedades prevalentes, a nivel de servicios y mercado de reactivos, lo que estimula la iniciativa privada y eleva la oferta de diagnóstico.